domingo, 7 de octubre de 2012

Villaseca de Laciana...

Donde los orfebres tallaban carbón...
 

Alentados por Goytisolo, por el Ayuntamiento de Villablino, por la Junta Vecinal de Villaseca y por Nuria Rubio, hemos intentado poner nuestro granito de arena hoy (en esta tierra donde el oro es negro y los orfebres no tenéis más riqueza que vuestro sudor ni más patrimonio que vuestras minas), para que la historia de Miguel Hernández sea un poco menos desconocida.
 
Parafraseando al filósofo Manuel Reyes Mate, lo que ha movido al mundo no han sido nuestros sueños de nietos resueltamente felices, sino el recuerdo de los abuelos humillados, cuyas heridas, como la de Miguel Hernández, hoy, con la amistad y la amabilidad de una 'compañera del alma' como pretexto, intentamos restañar. Miguel llevaba cubierta de montes la memoria como nosotros la llevamos de ideales. A pesar de tanta oscuridad pasada, tantas derrotas cantadas, tantas victorias sepultadas por el llanto, tanto bienestar melancólico; tanto retorno a la miseria en el presente, tantas primaveras donde las ilusiones ansían pero no brotan, tantas, tantas cosas... A pesar de un incierto y tenebroso futuro que nos anuncia este cielo brumoso y enturbiado... Miguel, en su Cancionero y romancero de ausencias, nos recordó que siempre hay un rayo de sol en la lucha que deja la sombra vencida. Es el poeta del pueblo quien aún hoy sigue iluminando a un puñado de soñadores que procuramos conseguir un mundo un poquito mejor, repartiendo jirones de sus banderas que no fueron otras que las del amor y la libertad. Sus versos nos guían, y hoy, en vuestra casa del pueblo, nos congregan.

Manuel Rivas, en su magistral novela Los libros arden mal, explicaba en qué consiste una guerra: en que te quedes solo con un tomo de una enciclopedia y no puedas encontrar a sus hermanos. A veces soñamos que la biblioteca aún estuvo unos años más abierta y que nuestro hermano Miguel siguió amando, luchando, anhelando, escribiendo... pero un sencillo ejercicio de memoria nos devuelve al último rincón de la historia más dramática de nuestra Madre: España.
 
Gracias.

Hasta pronto, Villaseca.