Él, que fue hombre de pueblo, al pueblo regresa, al pueblo de las mariposas y de la gente humilde, al pueblo donde siempre se nos recibe con los brazos abiertos, y donde los altares se rinden ante los labradores y el proletariado, sin palio que valga sino para dar sombra a la fatiga.
Él, Miguel Hernández, fue en la iglesia de Arintero de nuevo prosa, verso, teatro y canción. De las Tres heridas a Vientos del pueblo. Que su memoria sea, que somos porque fueron.
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